Relato porno xxx: la mujer del inquilino

Relato porno

Me follé a la esposa de mi inquilino y yo no era realmente un hombre guapo. Tenía encanto pero no era especialmente atractivo, no disfrutaba de sexo siempre que lo deseaba y solía tener más éxito entre las mujeres extranjeras ya que, lo nuevo, lo diferente, lo que no es común, es lo que les llama la atención realmente.

Me quedé prendado de la esposa de mi inquilino, cuando se acabó el tiempo de alquiler, fui a la puerta solo para ver si veía a la mujer. La preciosa mujer estaba cachonda en la puerta con un liguero rojo. Mis ojos se clavaron en sus pechos y deseaba chupar sus pezones y cada poro de su cuerpo. Deseaba a esa mujer y tenía la fantasía maravillosa de follármela y hacerla temblar de placer, me volvía loco solo con mirar su exuberante pecho. En la puerta le dije que le pagaría unos días más de alquiler para que pudieran terminar su mudanza y la mujer me lo agradeció fuertemente invitándome a tomar un té helado.

Pensaba en cuál sería la intención de esta mujer, si deseaba follar conmigo locamente igual que lo deseaba yo y cuando volví a su casa abrió la puerta con un disfraz de demonio, muy, muy sexy que dejaba al descubierto gran parte de sus apetitosas tetas. Se trataba de un vestido de charol rojo, ajustado, con tirantes y con los pechos por encima del escote. Llevaba unas medias rojas ajustadas al muslo con un encaje. Usaba una peluca larga y roja que, junto al maquillaje excesivo de diablesa le daba realismo a la idea de follarte a una concubina del diablo. Cerré la puerta detrás de mí y empecé a besar sus hombros despacio, sus labios, sus pechos y todo su cuerpo durante más de diez minutos.

Entre cajas de mudanza ella empezó a quitarme la ropa y a lamer todo mi cuerpo hasta llegar a mi polla, el cual exprimió al máximo en una mamada nunca antes vivida con tal morbo. Mientras yo intentaba tocarle los pezones, el clítoris, darle un cachete en el culo o coger su cabeza con las dos manos para controlar el ritmo de la mamada. Ambos nos encontrábamos excitadísimos, sentíamos el corazón latir en nuestros genitales. Nos tocábamos apasionadamente cuando le puse las manos sobre una de las cajas de modo que quedó a cuatro patas, restregué mis dedos por todo su coño mojado varias veces, cacheteé sus nalgas hasta ponerlas coloradas y después metí la punta de mi polla en su chochito baboso sacándolo inmediatamente y golpeando su clítoris para luego meter sin piedad mi pene hasta el fondo en su vagina. Ella gritaba y gemía suplicándome que le diera mas cachetes en el culo y acariciase sus pezones duros y cachondos.

Después de un buen rato la puse frente a mí y lamí su coño húmedo y rosado mientras ella disfrutaba gimiendo y sujetando mi cabeza con fuerza. Mientras chupaba su coño tocaba su clítoris con el dedo pulgar que resbalaba como mantequilla y me excitaba locamente. Jugueteaba metiendo y sacando la punta, alternando con la polla entera y cambiando ritmos constantemente y ella se habituaba rápidamente al ritmo consiguiendo doble placer. Mientras la follaba frente a mí seguía tocando su clítoris con mi dedo pulgar y ella se estremecía de placer, junto con el ritmo adecuado de penetración ella tuvo un intenso orgasmo que noté sobre los dedos de mi mano y que me hicieron eyacular de lo cachondo y excitado que estaba al ver a aquella mujer tan mojada por mí.

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